Traducciones litúrgicas a lenguas indígenas:
la diversidad cultural no daña a la Iglesia
13.1.14
Un acto de reconocimiento del inmenso papel de los indígenas en el catolicismo del continente
El corazón de la Iglesia, la liturgia, poco a poco, tras medio siglo de la apertura del Vaticano II a las lenguas habladas en cada país, se está vertiendo en las lenguas originales, las lenguas de los antiguos pobladores de América Latina.
Con este esfuerzo, millones de indígenas podrían entrar de lleno en la vida de la fe y en el culto, auspiciados por especialistas, teólogos, traductores y expertos en liturgia. Es un acto no tanto de generosidad cuanto de reconocimiento del inmenso papel de los indígenas en el catolicismo del continente.
De la BBC y de la AP porque “no es un trabajo de escritorio”
Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas en Chiapas (México), ha sido uno de los principales artífices no solamente de la defensa de los derechos de los indígenas –San Cristóbal es una de las diócesis con mayor componente indígena del país--, sino también como impulsor de las versiones al tzeltal y tzotzil de las fórmulas sacramentales, y de las traducciones del Ordinario de la Misa en esos idiomas.
Las versiones de las formulas sacramentales al tzeltal y al tzotzil ya fueron aprobadas por el propio Papa Francisco mientras que las traducciones del Ordinario de la Misa se encuentran en proceso de reconocimiento oficial por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en Roma. También está en ese estatus la aprobación del idioma náhuatl como lengua litúrgica.
En una reciente reflexión al respecto, monseñor Arizmendi Esquivel recuerda que, al enterarse de estos asuntos, “vinieron de la BBC de Londres y de la agencia AP a hacer sendos reportajes televisivos, porque les llamó la atención que los idiomas originarios sean aceptados por la Iglesia en el corazón de su vida, que es la liturgia”.
El obispo de San Cristóbal fue invitado por la Sociedad Mexicana de Liturgistas (SOMELIT) a exponer los logros y retos de la inculturación de la liturgia en los pueblos indígenas, pues esta es una de las tareas pendientes de lo que pidió el Concilio Vaticano II desde hace cincuenta años.
“Algunos, que no viven en contacto cercano a los pueblos originarios, se imaginan que estamos perdiendo el tiempo en hacer las traducciones bíblicas y litúrgicas, pues piensan que esos idiomas, a los que por ignorancia califican de dialectos, van a desaparecer”, denuncia en su reflexión monseñor Arizmendi.
El prelado mexicano precisa que a los traductores a las lenguas originarias “nos tachan de ser un residuo ideológico de un indigenismo que consideran trasnochado. No viven aquí, no conviven con nuestros pueblos, donde están muy vivas y operantes las culturas indígenas, con su idioma, su cosmovisión, sus ritos, sus tradiciones, sus normas de vida, su religiosidad, y por ello no comprenden ni valoran este servicio”, subraya.
Y apostilla el purpurado mexicano: “No es un trabajo de escritorio, sino que es la vida integral de miles de personas, cuya identidad cultural está muy arraigada”.
Conservar el genio y las cualidades peculiares
En su reflexión, el obispo de San Cristóbal de las Casas recuerda una serie de lineamientos que hacen que la labor de traducción de la liturgia e incluso de la propia Palabra no sea una “ocurrencia” o una reminiscencia del indigenismo latinoamericano de hace medio siglo.
Precisa que la constitución conciliar sobre la reforma de la liturgia, del 4 de diciembre de 1963 indicaba que la Iglesia “no pretende imponer una rígida uniformidad en aquello que no afecta a la fe o al bien de toda la comunidad, ni siquiera en la liturgia; por el contrario, respeta y promueve el genio y las cualidades peculiares de las distintas razas y pueblos”.
Monseñor Arizmendi Esquivel señala que la Iglesia “estudia con simpatía y, si puede, conserva íntegro lo que en las costumbres de los pueblos encuentra que no esté indisolublemente vinculado a supersticiones y errores, y aun a veces los acepta en la misma liturgia, con tal de que se pueda armonizar con el verdadero y auténtico espíritu litúrgico”.
La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó, el 25 de enero de 1994, la IV Instrucción titulada La Liturgia Romana y la Inculturación. Entre otras cosas, este documento dice que “la diversidad no perjudica su unidad, sino que la enriquece”.
Y, finalmente, el Papa Francisco señaló: “Bien entendida, la diversidad cultural no amenaza la unidad de la Iglesia… No haría justicia a la lógica de la encarnación pensar en un cristianismo monocultural y monocorde. El mensaje revelado tiene un contenido transcultural”.
Concluye su reflexión invitando a los agentes de pastoral que sirven en pueblos originarios, a hacer todo lo posible por caminar y avanzar en las traducciones bíblicas y litúrgicas.
“Este es el primer paso de la inculturación. Hay que dar los siguientes pasos para tener rituales litúrgicos propios, aprobados por la autoridad competente”, termina diciendo monseñor Arizmendi Esquivel.
Con este esfuerzo, millones de indígenas podrían entrar de lleno en la vida de la fe y en el culto, auspiciados por especialistas, teólogos, traductores y expertos en liturgia. Es un acto no tanto de generosidad cuanto de reconocimiento del inmenso papel de los indígenas en el catolicismo del continente.
De la BBC y de la AP porque “no es un trabajo de escritorio”
Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas en Chiapas (México), ha sido uno de los principales artífices no solamente de la defensa de los derechos de los indígenas –San Cristóbal es una de las diócesis con mayor componente indígena del país--, sino también como impulsor de las versiones al tzeltal y tzotzil de las fórmulas sacramentales, y de las traducciones del Ordinario de la Misa en esos idiomas.
Las versiones de las formulas sacramentales al tzeltal y al tzotzil ya fueron aprobadas por el propio Papa Francisco mientras que las traducciones del Ordinario de la Misa se encuentran en proceso de reconocimiento oficial por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en Roma. También está en ese estatus la aprobación del idioma náhuatl como lengua litúrgica.
En una reciente reflexión al respecto, monseñor Arizmendi Esquivel recuerda que, al enterarse de estos asuntos, “vinieron de la BBC de Londres y de la agencia AP a hacer sendos reportajes televisivos, porque les llamó la atención que los idiomas originarios sean aceptados por la Iglesia en el corazón de su vida, que es la liturgia”.
El obispo de San Cristóbal fue invitado por la Sociedad Mexicana de Liturgistas (SOMELIT) a exponer los logros y retos de la inculturación de la liturgia en los pueblos indígenas, pues esta es una de las tareas pendientes de lo que pidió el Concilio Vaticano II desde hace cincuenta años.
“Algunos, que no viven en contacto cercano a los pueblos originarios, se imaginan que estamos perdiendo el tiempo en hacer las traducciones bíblicas y litúrgicas, pues piensan que esos idiomas, a los que por ignorancia califican de dialectos, van a desaparecer”, denuncia en su reflexión monseñor Arizmendi.
El prelado mexicano precisa que a los traductores a las lenguas originarias “nos tachan de ser un residuo ideológico de un indigenismo que consideran trasnochado. No viven aquí, no conviven con nuestros pueblos, donde están muy vivas y operantes las culturas indígenas, con su idioma, su cosmovisión, sus ritos, sus tradiciones, sus normas de vida, su religiosidad, y por ello no comprenden ni valoran este servicio”, subraya.
Y apostilla el purpurado mexicano: “No es un trabajo de escritorio, sino que es la vida integral de miles de personas, cuya identidad cultural está muy arraigada”.
Conservar el genio y las cualidades peculiares
En su reflexión, el obispo de San Cristóbal de las Casas recuerda una serie de lineamientos que hacen que la labor de traducción de la liturgia e incluso de la propia Palabra no sea una “ocurrencia” o una reminiscencia del indigenismo latinoamericano de hace medio siglo.
Precisa que la constitución conciliar sobre la reforma de la liturgia, del 4 de diciembre de 1963 indicaba que la Iglesia “no pretende imponer una rígida uniformidad en aquello que no afecta a la fe o al bien de toda la comunidad, ni siquiera en la liturgia; por el contrario, respeta y promueve el genio y las cualidades peculiares de las distintas razas y pueblos”.
Monseñor Arizmendi Esquivel señala que la Iglesia “estudia con simpatía y, si puede, conserva íntegro lo que en las costumbres de los pueblos encuentra que no esté indisolublemente vinculado a supersticiones y errores, y aun a veces los acepta en la misma liturgia, con tal de que se pueda armonizar con el verdadero y auténtico espíritu litúrgico”.
La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó, el 25 de enero de 1994, la IV Instrucción titulada La Liturgia Romana y la Inculturación. Entre otras cosas, este documento dice que “la diversidad no perjudica su unidad, sino que la enriquece”.
Y, finalmente, el Papa Francisco señaló: “Bien entendida, la diversidad cultural no amenaza la unidad de la Iglesia… No haría justicia a la lógica de la encarnación pensar en un cristianismo monocultural y monocorde. El mensaje revelado tiene un contenido transcultural”.
Concluye su reflexión invitando a los agentes de pastoral que sirven en pueblos originarios, a hacer todo lo posible por caminar y avanzar en las traducciones bíblicas y litúrgicas.
“Este es el primer paso de la inculturación. Hay que dar los siguientes pasos para tener rituales litúrgicos propios, aprobados por la autoridad competente”, termina diciendo monseñor Arizmendi Esquivel.
FUENTE:
http://www.aleteia.org/es/religion/noticias/traducciones-liturgicas-a-lenguas-indigenas-la-diversidad-cultural-no-dana-a-la-iglesia-5812115503841280
No hay comentarios:
Publicar un comentario