martes, 19 de junio de 2012

La RAE y los neologismos tecnológicos

Darío Villanueva, secretario de la RAE: «El Diccionario no inventa, sino que certifica».
Las mal denominadas nuevas tecnologías están cambiando el mundo. Y no solo han logrado modificar nuestros hábitos de vida, sino que han logrado transformarla desde un punto de vista conceptual.Ya no entendemos el 'ser' sino como un ser social, con presencia digital y que busca su firma en buscadores para corroborar la reputación de su perfil virtual. Somos el yo físico y el yo de nuestras cuentas en Twitter, Facebook, Tuenti o Linkedin.
En definitiva, nuestro modo de comunicarnos ha cambiado y con él los usos lingüísticos asociados a nuestra actividad virtual. La eterna cuestión de la lengua como antecedente del pensamiento humano cobra hoy más importancia que nunca. Un idioma es tan rígido o puede resultar tan adaptable como sus hablantes sean capaces de asumir y los organismos de control lingüística de justificar o rechazar.
Aunque son varios los organismos de control y observación de los lenguajes especializados, el lenguaje tecnológico, que es un tipo de lenguaje científico, por su naturaleza y características especiales requiere una atención especial. Son muchos los neologismos acuñados en poco margen de tiempo de adaptación y otros tantos barbarismos, sobre todo anglosajones, que se anticipan a nuestro idioma y gracias o por culpa, precisamente, de la globalización que procuran los medios virtuales, exportan su terminología sin filtro previo debido a la inmediatez que exigen sus hablantes.
La RAE nos guía, pero somos los castellanoparlantes quienes tenemos la palabra final. Ellos toman nota.
Don Darío, secretario de la RAE, es catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Santiago de Compostela, de la que fue rector. Hablamos con él de neologismos, barbarismos y los fenómenos lingüísticos asociados a la inmediatez de la evolución de la era de la nueva comunicación.

-¿Qué pautas se siguen para introducir en el diccionario un nuevo término de uso cotidiano, como ha sucedido recientemente con la palabra tableta?

-La RAE sigue las mismas pautas con todos los neologismos o extranjerismos. Detecta su uso; registra en sus bases de datos todas las 'ocurrencias' que el nuevo término tenga, tanto en el español peninsular como en el transoceánico; espera un periodo razonable de tiempo para asegurarse de que no se trata de un uso efímero (que los hay); finalmente, aborda su incorporación al diccionario con la intervención técnica del Instituto de Lexicografía, las distintas comisiones formadas por los académicos y finalmente la consulta a las academias americanas y filipina. En relación al ejemplo concreto por el que se nos pregunta, evidentemente una vez que tableta es la forma aceptada en el DRAE, 'tablet' debe ser considerada incorrecta.

-Muchos de estos usos, además, provocan confusiones de género. Por ejemplo, ha sido frecuente escuchar y leer 'la tablet' o 'el tablet' en más de un artículo… ¿Cómo se resuelve el problema de género con los barbarismos?

-Con 'tablet' se daba también otra alteración grave de la prosodia del español: el plural 'tablets' (el grupo de las dos consonantes finales es espurio para nosotros). Los barbarismos deben dejar de serlo necesariamente para entrar en el Diccionario. Y los extranjerismos son acomodados hasta donde es posible a la prosodia, la ortografía y la morfología del español, siempre que el uso popular mayoritario así lo consagre. De otro modo, el DRAE recogerá lo que se llama 'extranjerismo crudo', es decir, una forma propia de otra lengua reproducida tal cual en la nuestra y escrita en letra cursiva. Otra cosa es, por supuesto, lo que ocurra con ella en el español hablado. Un ejemplo: 'güisqui' no ha conseguido imponerse en la lengua escrita a 'whisky', y el DRAE recoge las dos formas.

-¿Cómo puede el hablante distinguir si los neologismos que utilizamos relacionados con las nuevas tecnologías y el negocio digital son términos que permanecerán o se quedarán en modas pasajeras?

-Solo un hablante con capacidades proféticas puede llegar a tanto. Hay algo de impredecible, incluso de misterioso, en el proceso por el que unos neologismos o extranjerismos arraigan y otros no. Hay los que comienzan con una fuerza arrolladora; están en boca de todos, pero luego se desinflan y son olvidados. Por otra parte, la propia tecnología avanza tan velozmente que convierte en obsoletos términos por ella misma impuestos. En el DRAE está la palabra 'módem', Aparato que convierte las señales digitales en analógicas para su transmisión, o a la inversa. ¿Quién la usa hoy? Nadie, porque la operación mencionada hoy ya no se hace a través del módem.

-Conceptos como 'dashboard' o 'webinar', ¿deberíamos adaptarlos al castellano?

-No merece la pena hacer ninguna propuesta de parte para términos tan específicos de la jerga informática y digital. La lengua se autorregula; esperemos. Fue una pena que aquella propuesta, tan ingeniosa, de denominar a los 'e-mails' 'emilios' no fructificara. Y lo que se ha impuesto es correo electrónico, que es más largo pero funciona. Por eso 'e-book' puede ser, correlativamente, 'libro electrónico', si bien designa tanto el dispositivo como la obra. Pero también la palabra 'libro', a secas, significaba las dos cosas; unos escribían libros, y otros los quemaban.

-Algunos sufijos de origen inglés han tenido una gran acogida. Este es el caso de '-ing'. Conceptos como 'shopping' o 'footing' (con una acepción distinta en inglés) se utilizan en conversaciones, artículos e incluso obras literarias con la misma frecuencia con la que verbos de origen anglosajón se adaptan al idioma añadiendo nuestro sufijo de primera conjugación '-ar' (anterior caso citado de 'webinar' o 'submitar') o incluso palabras en castellano se convierten al inglés añadiendo el sufijo citado 'vueling'. ¿Es este un modo de enriquecer el lenguaje con nuevas formas de composición morfológica y semántica?

-Los idiomas están cambiando continuamente. Todos, y el español no es una excepción. La influencia de una lengua sobre otra se manifiesta primeramente en el léxico: los préstamos lingüísticos. En Fonética son prácticamente imposibles, pero también pueden darse en morfología y sintaxis, muchas veces por la injerencia de construcciones sintácticas y fórmulas de derivación que constituyen auténticos barbarismos. Es cuando, además del diccionario, interviene la Gramática normativa, como la que la RAE y las otras Academias de ASALE publicaron en diciembre de 2009, de la que hay por cierto tres versiones: la extensa, el manual y la básica. Sobre todo a partir de esta última el sistema educativo es el arma más eficaz para evitar la contaminación. Y siempre está el papel de los medios de comunicación, tanto los escritos como los audiovisuales.

-'Software' y 'hardware' han adquirido con el uso en nuestro idioma un significado cuyas posibles traducciones no han sido capaces de asimilar, ¿por eso las recoge el diccionario de RAE pese a tratarse de voces inglesas?

-Así es, exactamente. La comunidad hispanohablante no ha encontrado traducción ni equivalencia, por lo que el DRAE recoge las dos palabras pese a que prosódica e incluso fonéticamente son puñeteras. El Diccionario no inventa, sino que certifica.

-En definitiva, la terminología relacionada con las nuevas tecnologías se encuentra en constante cambio y evolución ¿cómo podemos adaptarnos los medios de comunicación a esos cambios?, ¿qué normas debemos seguir para elaborar un libro de estilo adecuado?

-Muchas veces el que da el primer golpe es el que lleva ventaja. Si un medio usa por primera vez uno de estos términos y hace un esfuerzo de traducirlo razonablemente o de adaptarlo prosódica y fonéticamente, puede seducir a los hispanohablantes para que lo hagan suyo y la bola de nieve empiece a correr. De ahí la enorme responsabilidad de los medios para contribuir a la lengua. En cuanto a las normas, la RAE acaba de publicar sus Gramáticas y su Ortografía panhispánicas (consultadas con las otras 21 corporaciones de ASALE). La 21ª edición del DRAE data de 2001, pero en su versión en línea, que se consulta al mes casi cien millones de veces, ha habido cuatro incorporaciones de enmiendas y la quinta está lista para antes del verano. La 23ª edición saldrá en el año del III Centenario de la RAE, en el 2014.

jueves, 14 de junio de 2012

Labastida cree que se exagera al hablar de «spanglish»

El director de la Academia Mexicana de la Lengua, Jaime Labastida, no cree que en este momento exista un spanglish y piensa que se ha «exagerado» al hablar de esa fusión del español y el inglés entre la población latina de Estados Unidos.
Además, ha opinado que la influencia del español en el inglés es mayor que a la inversa —en concreto el español mexicano— y ha destacado que se puede recorrer gran parte de Estados Unidos sin necesidad de hablar inglés, porque la población latina «ya es probablemente la primera minoría» en el país, por encima de la afroamericana.
Labastida se ha expresado así en su intervención en la tercera jornada del encuentro Cantabria Campus Nobel, organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y la Universidad de Cantabria (UC).
En esta jornada, centrada en patrimonio y lengua, el académico mexicano ha hablado del español como una lengua universal y en expansión, hasta el punto que en la actualidad «disputa» al inglés convertirse en la segunda lengua más hablada en el mundo, por detrás del chino mandarín.
Ha hablado de cómo se enriqueció el español por el contacto con las lenguas de los indígenas americanos y de cómo se transformaron éstas por el influjo del español hasta conformar los múltiples dialectos del idioma que se pueden encontrar hoy.
Pero en el caso del inglés, no piensa que haya dado lugar a una fusión en ese denominado spanglish.
«Yo no creo que haya esa fusión. Creo que se ha exagerado eso. No creo que haya tal cosa como el spanglish», ha comentado Labastida, quien ha matizado no obstante que no sabe lo que ocurrirá «dentro de un siglo o de dos».
El director de la Academia Mexicana de la Lengua ha recordado que el español cuenta en la actualidad con más de 400 millones de hablantes en una veintena de países de cuatro continentes. El 90 % de esos hablantes están en América y, de ellos, la cuarta parte son de México.
También ha destacado el peso de la literatura en español que, según ha recordado, cuenta con diez premios Nobel, mientras que el portugués, con 300 millones de hablantes, solo tiene uno.

Créditos: Fundéu BBVA - Fundación del Epañol Urgente

jueves, 7 de junio de 2012

Los traductores levantan la voz

Esta entrevista, realizada a tres de los más respetados traductores literarios, data del 2009. Aquí podemos leer sus opiniones sobre la realidad laboral de la traducción literaria.Cómo es en sus países?

Tres premios nacionales de traducción conversan sobre los retos de un gremio maltratado por la industria editorial - Un debate en el Retiro aborda la profesión

Los traductores no paran. En otoño estará listo el Libro Blanco de la Traducción, el lunes se celebra en el Instituto Cervantes de Madrid el simposio Traducir Europa y mañana a las 11.00 tendrá lugar en la Feria del Libro el coloquio Con traducción no hay Pirineos. Para reflexionar sobre su trabajo, EL PAÍS reunió a María Teresa Gallego Urrutia (Madrid, 1943), José Luis López Muñoz (Madrid, 1934) y Miguel Sáenz (Larache, 1932) en casa de este último. Los tres tienen en su currículo el Premio Nacional de Traducción. Mientras que gracias al anfitrión hemos leído a autores como Günter Grass, Thomas Bernhard o Salman Rushdie, a López Muñoz se le deben versiones de Faulkner, Scott Fitzgerald o Joyce Carol Oates. Entre tanto, Gallego se ha ocupado de Gide, Jonathan Littell o Modiano. Vicepresidenta de ACEtt, la sección de traductores de la asociación de escritores, ella es la que lleva las cifras: "Un 35% de lo que hay en una librería española es traducido". La web de ACEtt (www.acett.org) contiene una tabla de tarifas mínimas recomendadas que van de los 35 euros por cada 1.000 palabras para el inglés y las lenguas romances a los 60 para las orientales. Unos mínimos que no siempre se cumplen.

Pregunta. ¿Se puede vivir de la traducción literaria?

Miguel Sáenz. El 90% de los traductores tiene otro oficio, algo que les obliga a una doble jornada. La traducción literaria no es rentable. Lo bueno es que puedes elegir lo que traduces.

José Luis López Muñoz. Un traductor es como un actor. Cuando tiene prestigio puede rechazar los papeles que no le gustan, pero eso no le garantiza interpretar lo que quiera porque igual nadie se lo ofrece.

M. S. Descubrir algo nuevo es una de las ventajas de este trabajo. Cuando me llegó el manuscrito de Hijos de la medianoche, Salman Rushdie no era nadie. Un caso distinto es La historia interminable. No es una obra maestra, pero tenía cuatro hijos pequeños y me apetecía. Y es el único libro que me ha dado dinero. Salvo excepciones, los editores sienten un desprecio escandaloso por el traductor.

María Teresa Gallego. Hay estudios que demuestran que es ínfimo el coste de una traducción bien pagada en el precio general de un libro. O sea, no pagan mal para ahorrar, sino porque nos desprecian.

M. S. A la mayoría les tiene sin cuidado la traducción. Lo que quieren es que les salga barata. Y las tarifas están bajando.

J. L. L. M. La actitud cambiará cuando los lectores protesten por la calidad de las traducciones. Aquí todo el mundo se queja pero nadie protesta.

P. Pero ustedes están ya consagrados...

M. T. G. Después de 40 años de oficio, soy una privilegiada: me dan buenos libros, no me tocan una coma, me respetan el contrato... Lo que quiero es que ésa sea la pauta para todos los traductores.

P. Pese a las condiciones, el nivel de la traducción en España es alto.

J. L. L. M. Uno traduce porque quiere comunicar algo que ha leído y que le ha gustado mucho.

M. S. Ahí tengo unas actas de la Comisión de Derecho Internacional, que es más fácil de traducir que una novela. Por cada página me pagan seis veces más. Si en un mes puedo ganar lo que en un año... Cuando te viene un encargo así y lo rechazas para traducir a Günter Grass es que estás loco.

P. ¿Cuáles serían las condiciones ideales de trabajo?

M. T. G. Que se cumpla la Ley de Propiedad Intelectual. Que no haya traducciones sin contrato y que no haya contratos que se salten la ley.

M. S. ...que las editoriales respeten esos contratos. Porque las liquidaciones son de risa.

M. T. G. Hace falta un organismo estatal que controle eso. Que no todo tenga que pasar por el juzgado.

P. ¿La ley es buena?

M. S. Sí, pero se incumple. Y no puedes estar todo el día pleiteando con multinacionales. Hay editores que se quedan con subvenciones que deberían ir al traductor.

J. L. L. M. Y cuando un editor vende tu traducción -por ejemplo, al Círculo de Lectores-, lo hace por un precio que no conoces, y se queda con la mitad.

P. ¿Qué porcentaje del precio de un libro es para el traductor?

J. L. L. M. Lo habitual es un 1%. En autores libres de derechos, entre un 3% y un 5%.

M. T. G. De todos modos, el poco aprecio general se nota en cosas que no cuestan dinero. Muchas veces las reseñas de libros omiten en la ficha el nombre del traductor, o dicen que tal libro lo ha "traducido" la editorial equis. No digo ya poner al traductor en la cubierta del libro, cosa que hacen sólo unas pocas. Dicen que estropea el diseño.

M. S. Nos van a llamar vanidosos. La mayoría no lo ponen ni en la web.

M. T. G. No es vanidad, es un asunto laboral. El editor me pagará decentemente si sabe que le doy beneficios, que soy un valor añadido, si sabe que una buena traducción le va a dar tres céntimos más. Y para eso el lector tendrá que saber que existo. Hay gente que cree que todos los libros vienen directamente escritos en español.

M. S. En España hace 40 años nadie sabía quién había hecho una película. Hasta que llegaron los franceses con el cine de autor. Ahora el espectador sabe que los directores tienen nombre. Puede que un día pase eso con los traductores.