viernes, 28 de febrero de 2014

Un oficio imprescindible
 
20.1.14
 
La concesión del Premio Nacional a Josu Zabaleta otorga más visibilidad al trabajo de traductor. Los traductores euskéricos crearon la Escuela de Martutene a comienzos de los 80 y la asociación Eizie en 1987.
 
Josu Zabaleta Kortaberria (Legazpi, 1948) fue galardonado hace unas semanas con el Premio Nacional de Traducción 2013, en la variedad de obra o trayectoria completa. Es la primera vez que el premio va a parar a un profesional cuya principal lengua de trabajo es el euskera. Desde un principio, Zabaleta ha remarcado que el premio corresponde a un grupo, el de los profesionales de la traducción euskérica, que tan alto nivel ha conseguido en estas últimas décadas.
 
Este legazpiarra ha traducido al euskera autores como Petrarca, Balzac, Pirandello, Twain y Pío Baroja.
 
Son muchos los escritores que han incidido en los logros de los traductores vascos. Hace unos pocos días, el escritor Anjel Lertxundi dejaba escrito: «El euskera, en su dimensión de lengua literaria y, por ende, agente y beneficiario de su propio proceso de unificación y estandarización, necesitaba de las dos columnas capaces de sustentar un futuro digno de tal nombre: la creación y la traducción. La creación, por si sola, no llega a alumbrar todos los recovecos de la realidad, porque una lengua, por muy poderosos que sean sus recursos, no es capaz de captar la totalidad de los claroscuros de una cultura plurilingüe». El escritor zarauztarra ya había declarado antes que «hoy en día, los mejores estilistas son los traductores».
 
Los traductores euskéricos han sido capaces de dotarse de un nivel alto de autoorganización. A principios de los 80, al académico de Euskaltzaindia Juan San Martín (1922-2005) se le ocurrió que convenía crear una escuela de traductores vascos. «Tuvo una intuición muy realista y de amplias miras. Se dio cuenta de que los euskaldunes viven una situación diglósica y precisan continuamente de la traducción, tanto a nivel individual como colectivo. Esta sociedad vive en un estado constante de traducción y necesita de un colectivo de traductores bien formados», comenta Josu Zabaleta.
La idea de San Martín fue concretada y llevada a cabo por el propio Josu Zabaleta, Pello Zabaleta, Koro Navarro y otros, bajo la dirección de Xabier Mendiguren Bereziartu. Así nació la llamada Escuela de Traductores de Martutene, ubicada en un antiguo colegio de una orden religiosa.
 
Los primeros alumnos de esa escuela fueron sobre todo las gentes que se dedicaban a la traducción de un modo más o menos profesional. De esta Escuela partió la iniciativa de elaborar un boletín llamado 'Senez', que ha llegado hasta nuestros días y ha servido para la formación de los profesionales. Hoy en día tiene una periodicidad anual. «En aquellos años 80 apenas había teorización en torno a la traducción. Había un Valentín García Yebra en la Universidad Complutense de Madrid y poco más. Pero los vascos teníamos un ambiente excepcional y unas ganas enormes de trabajar. ¡Fue tremendo! Cuando en los 90 acudí a un congreso a Valencia, el catedrático Julio César Santoyo, uno de los mejores conocedores de la traducción en España, me dijo que tenía ganas de conocer a los traductores vascos, porque veía que publicábamos mucho», prosigue Zabaleta.
 
En 1987 nació la asociación de traductores e intérpretes vascos, bajo la denominación de Eizie. El primer núcleo fundacional fue un colectivo de 25 personas, y el primer presidente, el académico de Euskaltzaindia Juan Mari Lekuona. Un hombre de prestigio y muy respetado -traductor sobre todo de textos litúrgicos- para ese comienzo de andadura.
 
En poco tiempo, los traductores vascos se hicieron visibles ante los sectores de la sociedad con un mínimo de interés cultural. A ello contribuyó la creación de varias colecciones de libros. En 1990 nació 'Literatura unibertsala' y dos años más tarde 'Pentsamenduaren klasikoak', iniciativas ambas que partieron de la Escuela de Traductores. La primera ofrecía obras de literatura del acervo universal, sobre todo de narrativa del siglo XX, y la segunda textos de pensadores de todas las épocas.
 
'Literatura unibertsala'
'Literatura unibertsala' es una colección longeva, que ya ha llegado al título número 158. El año pasado se publicaron dos títulos, uno del portugués António Lobo Antunes -'Gauzen ordena naturala'-, el otro de la catalana Mercè Rodoreda -'Ispilu hautsia'-. Pero esta colección, que ha precisado tanto esfuerzo, ha sido más elogiada que utilizada. Josu Zabaleta ya denunció, nada más saberse que había sido premiado, que todavía hay profesores que diferencian entre literatura y literatura traducida.
 
«Para algunos castellanoparlantes, nosotros somos algo así como vasquitos y neskitas (es su visión provinciana), pero no se dan cuenta que el traductor vasco domina el castellano tanto o mejor como ellos», añade el galardonado. Zabaleta siempre ha insistido en el carácter grupal de los traductores vascos. «En muchos casos, la labor del traductor ya no es algo individual. En la asociación tenemos un sistema de consultas, llamado Itzul Zerrenda, por el que cualquier traductor puede exponer alguna duda o dificultad, y los socios le aportan sus sugerencias».
 
No hace mucho, el traductor Go-tzon Egia realizó un estudio estadístico -abarcando los años comprendidos entre 2008 y 2013- y llegó a la conclusión de que quien manda un mensaje pidiendo ayuda tiene un 97,9% de probabilidades de recibir 3,6 respuestas. Y todo gratis. ¿Cuántos colectivos pueden presumir de semejante solidaridad? Hoy en día hay 884 inscritos en Itzul Zerrenda, y la tendencia es continuamente al alza. 

FUENTE:
http://www.diariovasco.com/v/20140120/cultura/oficio-imprescindible-20140120.HTML

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