miércoles, 13 de marzo de 2013

¡Traductor Traidor!

12.3.13
 
Matías Moscardi responde algunas preguntas sobre su traducción del Paterson V de William Carlos Williams, ¡una gema del mundo editorial!



Hace poco con un amigo fuimos a la presentación de las nuevas traducciones de Williams de Matías Moscardi, autoeditadas por Luz Mala. La lectura es clara y el poema de Williams es buenísimo. Es la traducción del libro V del Paterson. Williams, además de ser una reconocida influencia para la poesía argentina, al menos después de las traducciones de Girri, sigue siendo un punto de interés, un lugar donde ir a corroborar qué es o debería ser eso del ‘objetivismo’. Por un lado, la traducción de Moscardi es necesaria, sólo otras dos hay en español (Cátedra y Aldus, difíciles de conseguir). Pero por otro, nos encontramos con que la traducción viene de la mano de un poeta, y si leemos, por ejemplo, su libro Bruma podemos encontrar alianzas entre las palabras de este libro y las del Paterson que él mismo tradujo. La traducción jugaría en el límite de la autoría, quien escribe es el autor de un nuevo texto, pero que a su vez está ligado por diversos lazos a un texto original. Lazos firmes y claros, en este caso.

Se podría decir que el texto de Moscardi actualiza el de Williams. Este caso no es tan problemático, pero qué pasa si lo comparamos con lo que decía Oscar Fariña, el año pasado en LUPA al respecto: que su Guacho es una traducción; de un dialecto a otro, si se quiere hacer la diferencia. Traducir, del latín traducĕre, ‘llevar de un lado a otro’, transportar un sentido, eso es lo que parece hacer una traducción. O, en palabras de Pound “‘Cuán limpas las manos de Hermes?” Hermes es, antes que nada, el heraldo de los dioses, el que trae y lleva sus palabras, pero con cuánta limpieza puede traducirlas es una incógnita que sólo descifrará en lenguas la pitonisa. De ahí la palabra hermeneútica, interpretar y traducir. Finalmente, leer y escribir. Y de ahí el origen misterioso de la actividad que nos convoca, la traducción.

Traduttore, tradittore! reza el viejo adagio. ¡Traductor es traidor! “Traidor”, del latín traditio (de tradere), “que entrega a uno (de los suyos)”, que también creó la palabra “tradición”, que curiosamente también es “la entre a alguien de algo”. Y “traducción”, de traductio, y este relacionado también con tradere, “llevar de un lado al otro”. Esto es, como decíamos, traducir, llevar de una lengua a otra en el recipiente más limpio las palabras de la tribu.

William Carlos Williams es conocido, sobre todo en Argentina, hoy, por su fase escritural más objetivista. Es decir, el pequeño poema diario donde prima la imagen, sostenida por un lenguaje familiar. Vos decidiste traducir el Libro V del Paterson, ¿qué viste, qué te atrajo de esta otra cara poética de Williams, si es que la ve?  o ¿Por qué encaraste la traducción del Libro V?Hay poetas norteamericanos que, en Argentina, son conocidos por libros. Es el caso de Eliot. La tierra baldía y Cuatro cuartetos circularon completos en forma de libros. Otros poetas son conocidos por antologías. Es el caso de Williams, cuyos libros no fueron traducidos de manera íntegra en nuestro país. La circulación filtrada por el dispositivo de la antología tiene ventajas y desventajas. La ventaja es la vista panorámica que tenemos de su obra. La desventaja es que, a veces, los panoramas planchan, homologan, borran. En el caso de Williams, las antologías por las que circuló en Argentina tenían como coordenadas la idea del poema fotográfico. La obra de Williams, sin embargo, desborda por todos lados ese casillero, porque Williams es un poeta que transitó desde la métrica hasta el verso libre, desde cierto clasicismo hasta la escritura automática; desde el poema breve hasta la novela, pasando por el ensayo. En este sentido, yo creo que el Paterson es el libro que mejor representa a Williams como totalidad, porque ahí están todas esas cosas cruzadas: la imagen objetiva y su relación con la pintura, las ideas en las cosas, el clasicismo y la vanguardia, lo poético y lo prosaico, todo junto. La elección del Paterson V fue, al principio, caprichosa, arbitraria. Después se hizo eco de un verso de Daniel Durand, que dice: “primero te digo que toda la poesía es una verga, nunca leí un buen poema, excepto el libro 5 del Paterson de Williams”. El verso de Durand, hiperbólico, y leído como anacronismo, parece casi una propaganda para nuestra edición de Williams. Por otro lado, el tema principal del libro V es la vejez, pero no la vejez en términos biológicos, sino la vejez en un sentido estético: lo viejo. Me gusta pensar que el Paterson V representa una clausura a la vez que una apertura. La clausura de cierta idea de Williams ligada fuertemente, como decía, al poema fotográfico –y el poema fotográfico, ligado, a su vez, a cierta idea del objetivismo– y, finalmente, la apertura de otra línea de acceso, emparentada con otro tipo de pulso poético, vertiginoso y experimental, que no deja la materialidad sino que vuelve a este ramaje desde una perspectiva que a mí me parece más abierta.    

Suele escucharse que la poesía es el género más difícil para la traducción. El poema crea su sentido en estrecha conexión con las posibilidades que su lengua le ofrece, y como los ofrecimientos de las lenguas son tan diversos, de ahí que se escuche que la poesía es “intraducible” ¿Hasta qué punto considerás que lo es? ¿Es para vos la práctica de la traducción en poesía un hecho que trabaja en este límite?
Si pensamos en términos de esencia, claro. Lo que es intraducible es el significante: siempre hay un resto del significante que la traducción agujerea. La sonoridad, pero también la sintaxis, es decir, un orden formal para construir el sentido. Sin ir más lejos, el inglés no tiene sujeto tácito, por ejemplo. Entonces, muchas veces nos encontramos con repeticiones de pronombres personales. Como en un poema de Marianne Moore que se llama “I May I Might I Must”. ¿Qué hacemos con esto? En la elección de traducir o no el pronombre se juega un criterio fuertísimo. Porque traducir no sería armar un sistema de referencias y paralelismos entre la lengua del original y la lengua del poema traducido, sino todo lo contrario: traducir sería, necesariamente, hilar, desde el vamos, un sistema sutil de diferencias y desplazamientos. El traductor se enfrenta a su monolingüismo todo el tiempo: a pesar de estar en el medio entre dos lenguas descubre que fatalmente sólo tiene una, y no es la suya, como diría, medio en joda, Derrida.


En el lenguaje de Paterson tenemos sectores de cierta indefinición metafísica para la imagen a la que quizás nos acostumbraba Williams, mientras que en otros sectores el lenguaje coloquial (por ejemplo, en las cartas que intercala en el poema) ofrece análogas complicaciones para la traducción. Girri optó por "reproducir con medios diferentes efectos análogos" ¿Cómo intentás resolver estos dilemas del traductor?
Para mí Girri era un traductor impresionante. Sus traducciones muchas veces mejoran el poema original. Y lo que dice muy bien la frase que vos citás es precisamente eso: alcanzar lo análogo por medio de lo diferente. Ahí uno cuenta no sólo con los medios técnicos de la época sino también con el acervo literario y cultural de un contexto determinado. Y acá todo traductor joven, hoy en día, se diferencia necesariamente de Girri: porque la tecnología a la que tenemos acceso hoy –cientos de diccionarios on-line y estudios críticos especializados a nuestra disposición en menos de dos segundos– y la poesía de la que estamos rodeados, como lectores, son otra cosa completamente diferente. Entonces, uno traduce siempre desde ahí, desde los materiales y las herramientas que la lengua, la literatura y la historia disponen. 


Muchos poetas consideran que la traducción es una herramienta fundamental para el poeta, y para todo aquel que pretenda un conocimiento de su propio lenguaje. Las prosas de Bruma por momento también se aparecen en algunas decisiones de traducción del Paterson ¿Ves vos también a la traducción como una herramienta importante de aprendizaje? ¿Qué cambia en una escritura después de una profunda relación con una lectura, como lo es cualquier traducción?
Sí, yo creo que la gran lección de Girri es precisamente ésa: la traducción nutre la escritura personal. En Bruma hay mucho de Williams, es cierto. Pero también está eso que te decía recién: que uno traduce rodeado de la literatura de su tiempo. Entonces está Williams, por supuesto, pero mechado con Durand, con Saer, por mencionar dos nombres. Y eso modifica, inversamente, la traducción: porque al Paterson V lo traduje con Durand en la cabeza, con García Helder, con Prieto, con Villa, con Raimondi, con Casas, con la 18 Whiskys en mente, por qué no. Y eso te da un background que necesariamente altera la lengua que usás para traducir: las palabras, el tono, la música, el ritmo, todo.


Además de traductor, en este caso sos también tu propio editor ¿Qué te llevó a tomar esta decisión? El panorama de la edición de este tipo de textos poéticos ¿está confinado a la edición independiente? ¿Cambia el mapa con el ingreso del ebook al terreno de juego? ¿Cómo ves la actualidad de este cambiante mercado?
En mi caso personal, la traducción está en diálogo directo con la edición y la circulación de los textos. Pienso la traducción teniendo en la cabeza muy presente el tema de la edición y difusión de los textos traducidos. Porque aunque ciertos autores estén traducidos, y bien traducidos, la realidad es que a veces sus libros no se consiguen; ni siquiera tenemos acceso a ellos a través de Internet, como es el caso del libro V del Paterson, que no está completo en ningún sitio. De hecho, para la edición de Luz Mala tuvimos que tipear el original en inglés, como si fuéramos copistas, porque no lo conseguimos en PDF por ninguna parte. Yo creo que el e-book y la edición 2.0 favorecen la difusión de este tipo de materiales. Usualmente, tiende a pensarse una especie de dicotomía entre el libro real y el libro virtual. Para mí esa oposición no existe. Son dos cosas distintas. Cada una tiene su propia fuerza.


¿Algunas traducciones recientes que te hayan interesado? ¿Algo nuevo de traductores jóvenes? ¿Algo viejo que recién conociste?
Eric Schierloh está haciendo un trabajo impresionante con su editorial Barba de abejas, de La Plata. Ahí salió una antología de Theodore Enslin que es increíble. Gracias a Eric tuve acceso a poetas que antes ni conocía. Después, el trabajo que está haciendo Miguel Ángel Petrecca con sus traducciones del chino es valiosísimo. Personalmente me interesa mucho lo que hace Petrecca. Hace poco también leí las versiones de Matías Heer de los Cantos de Pound, que me pasaron aquella vez que fui a Buenos Aires, y son extraordinarias. Un laburo necesario que hasta ahora no se había hecho. También me gusta mucho el blog de Tom Maver, “Hasta donde llega la voz”, que tiene unas traducciones alucinantes con notitas del traductor en donde ingresan reflexiones sobre la lengua mezcladas con impresiones de lectura. Ese blog es buenísimo. Seguro me estoy olvidando de un montón. Pero eso es lo que me viene a la cabeza más fuertemente.  


FUENTE:
http://www.mdzol.com/nota/452910-traductor-traidor/

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