domingo, 26 de mayo de 2013

Santiago Fernández: "La pequeña editorial tiene mucha flexibilidad para sobrevivir"

12.5.13

Hace más de cuatro décadas, en Madrid, abrió las puertas la librería Turner, germen de la editorial que, con ese mismo nombre, ha construido un valioso catálogo que incluye poesía, ensayo, historia, música, arte, fotografía, arquitectura, ficción, libros de viaje y de encargo. Desde su creación han editado más de 1200 títulos y declaran que su misión es “fomentar el vicio por el libro como objeto y la lectura como hábito”.
 
Al ver la trayectoria de Turner, los volúmenes editados y su presencia en Latinoamérica una pregunta obvia salta: ¿cómo sobrevive un sello independiente tantos años en medio de la vorágine de las corporaciones, las crisis económicas, los cambios de mercado y el etcétera que rodea al mundo editorial? Santiago Fernández de Caleya, director editorial de Turner, cree que es una cuestión de evolución y capacidad de maniobra, cualidades que los grandes grupos no tienen por su misma estructura y forma de funcionamiento.
 
“Creo que la política de los grandes grupos de compra de sellos pequeños y de editoriales independientes es algo que ocurre en todas las industrias creativas. Pasa en el cine, pasa en la música, pasa en aquellos elementos donde de alguna forma no es un proceso meramente industrial, hay un elemento intelectual, creativo, de selección que es absolutamente caprichoso. Con esa política lo que hacen los grandes grupos es surtirse de nuevo talento, abrir nuevas vetas de posibles negocios.
 
La grandes editoriales tienen presiones muchas veces mayores que los pequeños; los pequeños nos podemos manejar mucho mejor. Primero porque tenemos capacidad para reaccionar, encoger tamaño, reducir nuestros sueldos, los grandes grupos son mastodontes que tardan mucho más en reaccionar y además tardan mucho más tiempo en ver qué es lo que está pasando. Normalmente hay una distancia muy grande entre el terreno o el mundo editorial de una pequeña a una grande.
 
Creo que los sellos pequeños, que ahora están muy de moda y especialmente en Latinoamérica, se están haciendo con unos talentos maravillosos. El mundo editorial tiene la enorme ventaja de que evoluciona mucho con la sociedad y, por lo tanto, surgen nuevas oportunidades permanentemente. Sí es verdad que es una industria muy madura, muy complicada, con un grado de incertidumbre y de riesgo bastante elevado, es decir, es hacer apuestas, ¿esto funcionará o no funcionará?, pero creo que sí hay mucho espacio de maniobra.
 
—¿El asunto de la edición digital no producirá un fetiche por el libro en papel?
—Creo que sin duda lo hará. Pero se convertirá un poco en una rareza. Ojo, no hablo de una cosa inmediata, es un proceso muy largo, creo que tenemos 20, 30 años por delante de una convivencia entre el libro electrónico y el libro en papel.
 
—¿Y como ves el papel del editor a futuro?
—Creo que los editores tienen que estar ahí y lo editores tienen que digitalizar sus fondos lo antes posible y ponerlos disponibles al público a la mayor brevedad posible, esa es nuestra política.
 
—Se suele decir que las editoriales independientes tienen tres grandes características: su vocación cultural, el descubrimiento de nuevos autores y la edición de un catálogo de calidad, ¿crees que hay alguna otra característica esencial de los editores independientes?
—Creo que las tres que has dicho son las que son. La única cosa adicional es la que te mencionaba antes, que la pequeña editorial tiene mucha flexibilidad, mucha flexibilidad para sobrevivir. Los grandes grupos son una estructura de gastos enormes, muchos tienen una integración de todos los procesos, es decir, no son solamente editoriales, son sellos distribuidores y algunas pocas incluso tienen librerías. Ese proceso creo que tiene un precio muy elevado.
 
—Para mantener ese catálogo, ¿qué buscas en un autor o en un trabajo?
—Lo que busco en un buen autor es una capacidad de comunicar y de comunicar de forma directa, clara, precisa y entretenida. Creo que el tono divulgativo para mí es muy importante y, desde luego, huyo de esa narración complicada, barroca, adornada, llena de adjetivos, tengo un enorme rechazo por ese tipo de cosas. Y he de decir que eso es, posiblemente, una de las ventajas que puede tener Latinoamérica frente a España. Hablo del idioma castellano porque, por algún motivo, en España –es una opinión y creo que puede ser muy criticada o muy debatible– me da la sensación de que seguimos un proceso de escritura muy anquilosado, antiguo y poco evolucionado; en América Latina me parece que la literatura es mucho más fresca la comunicación de ideas, que es de lo que estamos hablando, es mucho más precisa.
 
—¿Cómo hacer para mantener la vitalidad de un catálogo? ¿Cómo es ese proceso para que se vaya adaptando al contexto?
—Nosotros lo tenemos más fácil que otros, nosotros no buscamos nuevos talentos. ¿Por qué no buscamos nuevos talentos? Porque normalmente el 90% de los libros que publicamos son traducciones. De alguna forma ya hay un camino recorrido y hay mercados muy maduros como puede el inglés, francés o alemán. Ahí es donde tienen gran mérito mis colegas de las pequeñas editoriales, que realmente trabajan y descubren un autor con obras noveles, a mí me parece un esfuerzo maravilloso y es probable que ellos tengan mayores satisfacciones de las que pueda tener yo en un momento determinado.
 
Nosotros tenemos scouts en los distintos mercados, donde nos filtramos mucho es en el mercado anglosajón, y lo que haces es ver muchísimos libros a través de los medios de comunicación, que facilitan muchísimo la labor.
 
—En el caso de ustedes la traducción tiene un valor importantísimo.
—La traducción es para nosotros es absolutamente clave, las cuidamos muchísimo y reconozco que, de vez en cuando, no sale lo que debería salir. También es verdad que el estilo literario no es una ciencia, es decir, es muy accidentada y es muy complicado traducir sentimientos, que es, al final, lo que hacen grandes obras: transmitir sentimientos e ideas. La capacidad de expresión del lenguaje es muy limitada, como decía Nietzche, eso es muy complicado en la traducción, y es justamente lo que intentamos cuidar mucho, pero es duro y a veces no llegas, no lo haces. 


FUENTE:
http://www.el-nacional.com/papel_literario/Santiago-Fernandez-editorial-flexibilidad-sobrevivir_0_187781475.html

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