martes, 22 de enero de 2013

Una poeta griega reflexiona sobre los tiempos difíciles en su país

22.1.13


Una poeta griega reflexiona sobre los tiempos difíciles en su país
Kiki Dimoula, 81 años, es considerada la "poeta nacional" de Grecia. Describe el ánimo de Grecia en la actualidad con tres palabras: Oscuridad y caos. Angelos Tzortzinis-The New York Times / end

Kiki Dimoula, la poeta nacional, enérgica, con 81 años, era el centro de atracción una tarde reciente, cuando reflexionaba sobre su obra y el destino de su país. Al pedírsele que describiera el ánimo en Grecia hoy, respondió con franqueza. “Oscuridad y caos”, dijo, fumando un cigarrillo.

Dimoula puede tener un don para lo dramático, pero siempre elige cuidadosamente sus palabras. Su poesía – sobria, profunda, realista, que transforma fácilmente lo cotidiano en metafísico, explotando los poderosos temas del tiempo, la fortuna y el destino, aunque haciéndolos totalmente suyos – le ha ganado seguidores devotos en Grecia.

Uno de los escritores griegos contemporáneos suyos, Nikos Dimou, ha llamado a Dimoula “la mejor poeta griega desde Safo”, y es la primera poeta viva a la que se haya incluido alguna vez en la prestigiosa serie de poesía de la editorial francesa Gallimard. Sin embargo, son raras las traducciones al inglés de su obra.

El otoño pasado, la Yale University Press publicó una colección nueva de poemas selectos, “The Brazen Plagiarist”, traducidos al inglés por Cecile I. Margellos y Rika Lesser, la primera traducción en casi dos décadas.

Dimoula no habla inglés. “Fui floja”, dijo disculpándose, y le preocupa que sus malabarismos verbales en griego no se puedan traducir bien. En la introducción a la colección nueva, escribe que le inquieta que “el puente de un idioma al otro sea suficientemente sólido”. El puente, da la casualidad, es bastante fuerte. Al igual que la escritora.

“Mi patria es mi idioma”, dijo Dimoula. En Atenas, estaba sentada en un sillón de terciopelo oscuro en la elegante sala de estar de Margellos, un traductor y crítico literario, quien con el esposo de Dimoula, el inversionista griego Theodore Margellos, han hecho donativos para las ediciones de la Margellos Republic of Letters en la Yale University Press.

“Es mi identidad, me reafirma”, dijo Dimoula sobre su idioma. A su alrededor, las paredes estaban pintadas con motivos neootomanos. Había un florero con dalias rojo sangre sobre la mesa de café espejada. Dimoula se recargó sobre un almohadón turquesa de seda. Usaba el cabello grisáceo elegantemente corto. Las líneas alrededor de los ojos revelaban un legado de risas y pérdidas.

En una tradición poética en la que los poetas se han reverenciado casi como a dioses intocables, Dimoula se proyecta como terrenal y accesible. Nacida y criada en Atenas, durante años Dimoula trabajó en un escritorio en el Banco de Grecia – como su padre y su esposo – antes de que dejara de trabajar en 1974. Crió a dos hijos y es una abuela entregada.

El empleo de escritorio no era divertido. “Era una cárcel”, dijo. Cada mañana, durante la dictadura militar en Grecia, de 1967 a 1974, su supervisor hacía que sacara un fénix de metal, el símbolo de los coroneles, de un cajón y lo colocara en el escritorio de él. “¡Mi ave, Dimoula, mi ave!”, contó, riéndose del recuerdo.

Esos fueron tiempos oscuros. Hoy, con Grecia desmantelando sus protecciones sociales en medio de una demoledora crisis de deuda, a ella le preocupa que las cosas pudieran ponerse aún más terribles.
“Creo que pueden ponerse todavía peor que cuando la época de la junta”, señaló. “La junta puso bajo vigilancia y limitó la libertad de los izquierdistas, ahora se está persiguiendo a todo el país”.

Como todos los retirados griegos, Dimoula ha visto reducirse su pensión. “Debido a 100 personas que abusaron del poder, se le pidió a todo el país que pagara”, dijo enojada, fumando otro cigarrillo y refiriéndose a los muchos escándalos financieros de Grecia.

Comentó que está pendiente de las noticias y escucha los discursos políticos, en especial los del dirigente del partido socialista, Evangelos Venizelos, famoso por su oratoria. “Es muy cuidadoso, es un orador innato”, dijo. “Examino la calidad, no la autenticidad” de sus discursos, agregó.

Al preguntársele si cree en sus palabras, sacudió la cabeza. “No”, dijo. En un discurso de 2011, cuando recibió el Gran Premio Nacional, el premio literario más prestigioso de Grecia, Dimoula habló sobre el papel de la cultura durante las crisis.

“El cómo una sociedad percibe los asuntos del arte en general depende de qué tanto su alma ha aceptado la creencia de que el arte, la poesía en este caso, no impondrá recortes al escape que brinda”, dijo entonces. En 2001, cuando Dimoula se convirtió en la primera mujer en recibir un premio a la obra de toda una vida por parte de la Academia de Atenas, empezó a conceder entrevistas en los medios informativos griegos, que rápidamente se hicieron casi tan famosas como su poesía.

“La mitad del correo que recibimos es de personas que dicen: ‘Quiero conocer a Kiki Dimoula’”, comentó Marilena Panourgia, una editora en Ikaros, la editorial de Dimoula, donde está en la ilustre compañía de dos griegos laureados con el Nobel de Literatura, George Seferis y Odysseas Elytis.

Al igual que muchos pequeños negocios en Grecia, Ikaros batalla para mantenerse a flote. “En los buenos tiempos, no comprábamos casas ni barcos, publicábamos más libros que sabíamos que nadie iba a comprar”, dijo Katerina Karydi, cuyo padre fundó Ikaros en 1943, con una sonrisa triste. Habló en la librería dentro de la editorial, en medio de estantes con elegantes ediciones rústicas con páginas que se tienen que despegar con un abrecartas.

Dimoula dijo que odia volver a leer sus poemas. Más bien, señaló, prefiere tratarlos con frialdad, como una “madrastra”. Ha profesado una creencia casi creativa en el pesimismo.

“El pesimismo es un amor interno por la vida”, notó. “El pesimismo es uno que no puede disfrutar los placeres de la vida y está muy consciente de que tiene la pasión del insatisfecho y lo insatisfacible”.

Sobre todo, Dimoula llora a su primer esposo, Athos Dimoulas, un poeta que la alentó a ser una, también, y quien murió en 1985. Honra su memoria en su colección “Hail, Never”, de 1988. Al escribir ese libro, “en todo lo que pensaba era en eso”, dijo Dimoula.

Las fotografías son un tema recurrente, una forma de capturar al tiempo. En otros poemas, Dimoula usa lo cotidiano como una puerta al infinito. En “Mother of the Floor Below”, dedicado a sus hijos, escribe sobre las mudanzas. “Cajas de cartón, bultos bien atados con/cordón umbilical cortado”, escribe. “El termómetro infante olvidado por días/en el sobaco de la historia, ya no febril”.

“El tema principal de la poesía de Dimoula es la nada”, dijo el escritor Nikos Dimou. “Es el hecho de que nuestra existencia no es una existencia real, es una existencia precaria, siempre debilitada por la idea de la muerte, del tiempo, de la decadencia”.

Como Emily Dickinson o el gran poeta griego Constantine P. Cavafy, Dimoula “tiene su propia voz muy singular, muy específica, muy individual”, agregó Dimou. “No se la puede confundir con ninguna otra cosa”.
El poeta dijo que está desilusionada porque su compleja prosa resulte accesible a tantos.

“Me siento ofendida”, dijo ella. “¿Soy así de comprensible?”. También resta importancia al hecho de que su poesía le hable a los lectores, en especial en tiempos tan oscuros.

 
FUENTE:
http://www.elnuevodiario.com.ni/nyt/275103-poeta-griega-reflexiona-tiempos-dificiles-pais

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